A veces juego, y te pienso,
Te dejo ganar.
Sólo para que se me contagie
esa vanidad indefensa.
Hago que me cuentes los lunares,
o que me espíes las vértebras.
Lo que prefieras.
A veces me dejo tu voz metida en la sonrisa,
y cuando hablo me sales, como si tuvieras prisa
por escapar de mi boca.
Como si quisieras suicidarte
desde un edificio muy alto.
desde un edificio muy alto.