30 de abril de 2012

Ritos rutinarios.

A veces juego, y te pienso, 
Te dejo ganar.
Sólo para que se me contagie
esa vanidad indefensa.
Hago que me cuentes los lunares,
o que me espíes las vértebras. 
Lo que prefieras. 


A veces me dejo tu voz metida en la sonrisa,
y cuando hablo me sales, como si tuvieras prisa
por escapar de mi boca.
Como si quisieras suicidarte
desde un edificio muy alto.


Lo confieso...

No hay nada 
que me dé más miedo que un folio en blanco.